martes, 15 de marzo de 2011

La San Puta le reza a Toulouse Lautrec

#7

En medio de la noche y de la vegetación agreste de los médanos, un cuidador ve una fogata. Como oye gemidos y es un tipo piola, tiene el cuidado de retar de lejos a los tortolitos
Cuidador: Chicos, por favor, apaguen eso. Disculpen la interrupción, pero acá es un peligro.
pero oye:
Flaco 1: Bueno!
Flaco 2: Ahí va..
Flaco 3: Perdón, perdón. 
Flaco 4: Bueno disculpe.
Voz chica: .................. (y piensa "mejor me escondo antes de que se asome este tipo, a ver si todavía se quiere prender")

#6

Mi siguiente chica fue mi mejor amiga a los 9 años. Yo creo que ésa fue una etapa de experimentación luego de que mi novio se cambiara a turno mañana.
Recuerdo estar a los chupones y dios sabe dónde las manos, dios sabe bien dónde porque pared de por medio había un grupo de madres preparando cosas para nuestra primera comunión.

#5

Efemérides múltiple: Mi primer beso, que yo sepa, fue a los 4 o 5 años con una compañera de jardín. Eso constituye además mi primera experiencia lésbica. Mi segundo beso fue con su hermanito, unos 12 segundos después, así que técnicamente fue mi primer trio también.
Cuestión que a los 5 estaba medio como esas putas viejas, que están más allá del bien y del mal, que nada las sorprende.
Igual, por suerte, luego encontré un par de cosas más con las que entretenerme.

#4

Un día pintó máscara. Él con máscara. No tengo más nada que agregar. Sólo que no recuerdo de qué era la máscara.

La San Puta le reza a Betty Page

 
La prima trola e igualmente genial de Jimmy

viernes, 11 de marzo de 2011

#3

Una forma infalible de levantar el ánimo a una mujer es que de un momento a otro 20 o 30 tipos le coreen el nombre, muy al palo. Pero para eso hay que, por ejemplo, lanzar a la cama a una puta vueltera y tirársele encima, enjaularla, el culo mirando al noroeste pa' escucharlos mejor.

#2

Con un chico la conversación se basaba en mis preguntas. Una eterna entrevista. Así de simple. Así de unilateral... Y él me miraaaaba con los ojos brillosos mientras lo interrogaba, mientras lo desnudaba, mientras lo sarandeaba. Porque era un existencialista, un tipo pasivo arrastrando un baul de historias fabulosas.
Un día, no sé qué le pasó, se activó: No sólo me cogió él a mí, si no que por primera vez me preguntó algo! su primer pregunta, en plena cogida, fue:
-¿militaste alguna vez?


Y yo con el entendimiento viñetado por las cosas ingeridas... eso me rebotó varias veces en la cabeza antes de ser procesado. Y recibió una mayor cantidad de rebotes antes de ser contestado en condiciones.

#1

En la confitería yo sentía un tic tac toc, pero creí que era algo del lugar. Cuando nos acercamos, arriesgué poco convencida que podría ser su reloj, uno con un segundero muy pero muy potente. Ya entre las sábanas y con las pocas pertenencias sobre una mesa, comprobé que algo apenitas debajo de su esternón daba golpes metálicos. Cada vez más fuertes. Me acordé de Edgar Allan Poe con su corazón delator y me puse a pensar que haría si el tipo la quedaba ahí mismo, que qué impresión la cara con la que quedará, que mi documento estaba en la recepción, que no tenía nada que hacer ahí, que cómo le explicaba al director de la orquesta, que al día siguiente tenían que tocar en Polonia, ni se te ocurra morirte ahora me entendiste?! entendiste? no, claro, si nos comunicamos por señas y dibujitos.